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La caducidad de una marca: qué es, cuándo ocurre y cómo evitarla

Caducidad de una marca

Registrar una marca otorga a su titular un derecho exclusivo sobre un signo distintivo, pero este derecho no es indefinido. La caducidad de una marca es la pérdida de ese derecho por el transcurso del tiempo o por el incumplimiento de ciertas obligaciones, como el uso efectivo del signo. Conocer sus causas y plazos es esencial para mantener una marca viva y protegida.

Duración del registro y renovación

En la Unión Europea y en España, el registro de una marca tiene una duración de diez años contados desde la fecha de presentación de la solicitud. Una vez vencido ese plazo, la marca puede renovarse indefinidamente por períodos sucesivos de diez años.

El titular puede solicitar la renovación dentro de los seis meses anteriores a la fecha de expiración del registro. Si el plazo se pasa por alto, existe una prórroga adicional de seis meses después del vencimiento, aunque con el pago de una tasa adicional. Si tampoco se renueva durante ese periodo de gracia, la marca caduca automáticamente y se pierde la exclusividad, quedando libre para ser registrada por terceros.

Caducidad de una marca por falta de uso

Además de la expiración del plazo, una marca también puede caducar por falta de uso real y efectivo. Según la legislación de la UE y la Ley de Marcas española, si una marca no se utiliza durante un periodo ininterrumpido de cinco años tras su registro, puede ser objeto de una acción de caducidad.

Cualquier persona física o jurídica que tenga un interés legítimo —por ejemplo, un competidor que desee registrar una marca similar— puede solicitar la caducidad por falta de uso ante la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM) o ante la EUIPO, según el caso.

El titular puede defender su marca aportando pruebas de uso efectivo en el mercado durante los cinco años anteriores a la solicitud de caducidad. Dicho uso puede realizarse por el propio titular o con su consentimiento, y debe referirse a los productos o servicios para los que la marca fue registrada.

Si la marca ha comenzado a usarse antes de que se presente la solicitud de caducidad, ese uso puede bastar para salvarla, siempre que haya sido real y no solo simbólico.

En definitiva, mantener una marca activa implica usarla y renovarla a tiempo. Una gestión diligente evita la pérdida de derechos y garantiza la continuidad del valor que la marca representa en el mercado.

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